jueves, 30 de julio de 2009

II Capitulo de la novela "La Moraleja del Sicario"de Oscar Sierra

II CAPITULO

Monólogo de un presidiario

“La cárcel .Putrefacto espacio en el había caído Marvin. Sentado en una cama de pedazos de metal en plena oxidación calorífica. Oteó impreciso por todos lados. La población de la penitenciaria es numerosa. Nunca pensó que iba a caer tan rápido. Un error diminuto le complicó la misión .Pensativo como de esos filósofos que buscan respuestas a sus enigmas en la imaginación. Trastabilló la almohada y se recostó viendo el pequeño cielo del cubículo. “Apúrate Frank, sostened la metralleta y agárrate bien de mis hombros. Apuntalé con cálculo. No te pongas nervioso. Punteando cuando llegues a la esquina .No te vayas a cagar.Acelero la motocicleta y vos apretad bien esa metralleta. No te vayas a cagar. Te lo repito mil veces. Un poco urgido, ya que la brizna de la lluvia esta salpicando el espejo plástico de mi casco y no logro avizorar el panorama hacia adelante. Brequeo. Se me baja la presión .Vos Marvin cállate que tus palabrerías no me dejan concentrarme. Voy agarrado de tu cintura con la mano derecha y con la otra voy sosteniendo la metralleta. Nomás lleguemos al portón. Nos detenemos a la espera. Lo quebramos antes que nos tueste el sol de la mañana. Acordate que esa calle esta solitaria a esa hora .Es una avenida abandonada y el viejo tal por cual sale del garaje con su jai lux ultimo modelo. No anda guardaespaldas. Va retrocediendo. Se detiene y se baja del automotor para cerrar el portón .Ahorita arranca. Le pasamos una pasconeada. Lo dejamos como colador. La detonación en ráfaga como quien le da pedradas al portón. El viejo cae en desplome. Se desangra en su propia saliva-roja. Moribundo intenta levantarse puñete-ando la puerta del carro. Cae acostado con la palidez de la luz, desfigurando el cielo. Con una mirada en la oscuridad. El viejo carajo se quedó en el piso con la muerte en la espalda. Más adelante a una cuadra .Franklin se desmangó de la motocicleta. Cayó embrocado en un basurero. Trabado en una varilla de hierro atravesada en el cuello. Yo me deslicé con la máquina motoril y solo me desquebrajé el tobillo izquierdo. De inmediato dos individuos aparecieron de la nada, como si hubiesen estado pendientes del acto fallido. Encapuchados como si fuesen agentes de la policía. Me pusieron manos arriba y me ordenaron que abordará el Chevrolet oscuro-pick-up. Lo único que me dolió es que a Franklin lo dejaron tirado como un perro.
“Que culerada la mía. Debí dejar que Frank manejará la moto. Pobrecito, el chavalo a penas venia conociendo el mundo. Que vergüenza verlo morir en su primera misión .La muerte lo arrastró, lo arremetió. Esa era la hora de él. Cuando uno esta en la raya, no hay nada, ni nadie que lo salve.
“Vos no te acordas del “Vendedor” como lo acribillaron al vendedor”. Vos Frank sabes el teje y maneje de la mafia de cualquier lugar o espacio geográfico. El me contó ciertas anécdotas llenas de sangre y miedo.
“Pues salió de la casa de bajareque y el “vendedor” frente a la calle de asfalto. Negocios de frutas. Como sabrá quedarse callado vale más que el ruido. Metiéndose como mosca en el basural de lo que no se puede observar. Una mañana asoleada por los tenues rayos del sol. Se colocó como un verdadero fotógrafo. La cámara-celular en el enfoque exacto y preciso. Futeó de forma lejana y sin bullicio, sin malicia e inocencia. Alargó el zoom de la mirada. Un Hombre “S” recibe una marmaja de billetes en disimulo, a escondidas, como si nadie los percibe, con movimientos calculados. Desfachatez de un trance dentro del caparazón de la tortuga judicial. El Hombre “S” faldea la camisa del señor “J”. Le cuchichea palabras como susurrándole de forma de que nadie. El señor “J” sonríe como en el anuncio de una pasta de dientes. Desaparecen, despidiéndose discretamente. Nadie se da cuenta que alguien los observó. El pajarraco ha dado una orden a uno de sus secuaces. Presiente. Tiene la intuición de que ojos estaban en su espalda. Para alivianarse de esa duda. Decidió sugerir una investigación a la redonda o al diámetro de la zona viva. El “vendedor” minutos después revisó con certeza las imágenes, como quien juega atari. Una mujer se asomó al negocio. Cabello largo. Cejas pestañeadas. Lunares en las mejillas. Rasgos achinados en los ojos. El “vendedor” la atiende con amabilidad. Le sonríe. La mujer le pide unas cuantas frutas para llevar. Él con cierta sutileza embolsa las manzanas y los bananos. Aprovecha hacerle plática.
“Mire usted, como hacen trance los jueces con los delincuentes”-dijo de súbito mostrándole las imágenes a la desconocida mujer. Nunca imaginó lo que le sucedería por un acto tan ingenuo. La mujer esbozó una risa esperpéntica. Eclosionó con precaución una 3-57. Disparó desprevenida hacia la frente del “vendedor” y este cayó encuclia como quien le reza a los santos en semana santa. Reventándose con el plomo que le desarropó los sesos. La mujer apresuró el paso. De pronto apareció un automóvil Ford y lo abordó perdiéndose en la cuadra que la llevaría a cualquier lugar. Marvin preguntó insoslayable al hombre sobre el paradero de “El Pajarraco”. El amigo de la Celda le contestó con cierta amabilidad.
“Como sabrá el pajarraco mató ochenta personas. Veinte por vía de descuartizamiento. Treinta por medio de ejecución de un tiro en la cabeza. Veinticinco con saña y los últimos por emboscada. Es la reencarnación del mal. Tiene mil demonios este carajo. Tiene amigos policías, jueces y abogados. El “Pajarraco” no tiene nombre, ni nacionalidad, ni ideología, vive en un sin-sentido. Eso de Sicario lo trae en la sangre”-dijo en el encono de la plática rascándose despacio la espalda. “Que pendejo más completo, parece que lo oí mencionar en la chiris y en el “Dinamo”. Hizo el curso de Tesón. Y que era yuca con los compañeros. Cuando yo llegué al ejercito el ya se había retirado. Expuso hincándose la nariz, extraendo mocos y pegoteándolos en la pared rayada de grafiti por los presos. Marvin volvió a preguntar con su levísima tranquilidad. “¿Broder y que hay ahora del tal Pajarraco?-cuestionó con exactitud. “Bueno una noche de viernes, se puso a beber en una cantina allá por el boulevard. La luna redonda y un frio calando los rostros espejunados de los acompañantes. Un hombre de una altura extraordinaria saltó en la pesquisa de la calle, para luego aparecer en la ronda de la primera mesa. El “Pajarraco” carcajeó al voltear la cerveza sobre la planicie de la mesa. Una música de Gary Galeano se dispersa. El fornido hombre se encausa hasta la rockola, y una de las prostitutas paralelamente lo alcanza. El “Pajarraco” sigue gritoneando y tirando el dinero a la garduña, eructando con una mujer a lado derecho, y su cara torneada por cicatrices. El musculado ser cambió la canción en la maquina melodiosa. Lo que causó consecuentemente un efecto en “el pajarraco”. Con una expresión de Hulk abrazó a la dama y gluteó sus nalgas sin hacer caso al acontecimiento. La extrañeza inoportuna. El individuo corpulento se asomó en derredor y extrajo de su cintura una macarol y disparó sin mediar palabras en el pecho del Pajarraco. Este no tuvo tiempo de responderle, al mismo instante cayó su primo “El siete caras” y el “Sansón” que todavía esta vivo allá en el hospital del sur. Esta con una manguera conectada en la nariz.
“Marvin increpó tácito y azorado por la imagen del relato.
--“¿Qué barbaridad?, como terminó ese pendejo”---exclamó aturdido por el sueño.
--¿Cuánto tiempo va estar preso y porque causa?-infirió mientras el humo del cigarrillo hacia nubes en el aire. Entosijado el compañero le contestó----“A mi me van a dar veinticinco años, ayer fue el veredicto final” afirmó con un tono de congoja.
--¿De veras?-girando los ojos como buscando algo en el suelo.
“Bueno, si es cierto que he cometido delitos como robo a mano armada, pero le juro por mi santa madrecita, nunca he agarrado a una mujer en contra de la voluntad, fue una ,mala jugada que me hicieron y no me siento culpable. Algún día la justicia vendrá del cielo. Aunque no lo crea Diosito siempre a uno lo perdona. Aunque seamos lo más oscuro de la tinieblas. Yo soy un delincuente y no merezco mencionar a Diosito, el ya me perdonó lo pecados que no he cometido” Expresó lleno de nostalgia y un grano de una lagrima se le reventó en el ojo derecho.
“Amigo, estamos en este mundo por causa de algún castigo. Esta vida es la misma muerte .La vida es una oportunidad para cobrarse las que a uno le deben y pagar al mismo tiempo las que uno debe. De lo que no podemos escapar es del destino como una sombra que nos arropa, y estamos aquí porque nuestros actos nos condenaron, no es la culpa de nadie, al final los hijos vienen a pagar lo que no pudimos saldar” dispuso tortuoso en el alambique de su pensamiento. Marvin al rato se quedó sumergido en la decantación del sueño intenso. Maritza permanecía en su inconsciente y ella aparecía en su posición adormecedora.
Maritza como una sombra abrazando un hombre. No percibe la cara de él. Solo otea los gruesos brazos. El hombre acurruca a Maritza.
“¿Quién será?”. “Es mi mujer que gime en el laberinto del placer”. Sensaciones que le producen cuando las manos de ese hombre se posan en sus chiches. “Si, es Maritza”. Su cabello lizo, cara encremada y sus piernas rosaditas. La atenaza contra el muro de sus hombros, en una cadencia de piernas elevadas al cielo. Ella en el hundimiento del hedonismo. “No le miro el rostro a ese hijo de pencas”.- volvió a refutar extraño “Es mi mujer con otro Men”. Sacudió la cabeza enconado No logró despertarse. Los ojos abiertos oteando todo desde los agujeros del ensueño. Retorna al sueño en otro espacio indescriptible –“Nunca he estado en esta lugar en mi vida, allá esta Maritza, baila sin brasier y con hilo dental. Le grito y se hace la sorda. Intento acercarme y no la puedo tocar. Alrededor percibo caras desconocidas”. Hombres sin cabeza como en la películas de terror. “Siento la vista empañada como pedazos de nubes”. Vuelve a espiar el baile de Maritza. “Ey Maritza, pendeja, deja de bailar el arte de la putas, que les vas a enseñar a mi hija” dijo angustiado. Quiso destartalar el sueño sacudiéndose y meneándose como un Gusano, pero no pudo. Desapareció del redondel de la pista del bar. Otra vez Maritza con otro hombre vestidito de policía. No le describe la cara. Escucha que se carcajean. Siente que lo miran y que los ojos de ellos penetran su carne. Corre y cree que el alma se le revienta como un hilo sosteniendo el mundo. No se da cuenta del lugar en que esta. Trató en un soslayo golpeándose contra la pared .Lo que provocó la aparición de otros sucesos acerca de Maritza.
“Maritza ya no esta con el polizonte, es un carajito musculudo con un tatuaje en forma de araña en el brazo izquierdo .El hombre esta de pie flotándola en el aire como un sube y baja. Ella desnuda como Eva en el paraíso. –“No soporto el fuego de mi furia”—Intentó percutir la nueve milímetros. Se le enconchó el disparo. Como una liebre logró brincar con toda la ansiedad de su espíritu y cayó sembrado en una silla, golpeándose la quijada. Semblante pálido como un ebrio. Maritza se esfuma como un fantasma. –“¿A donde se fue?-.Retrocede o recula. No puede describir el lugar. Humus y smog metiéndose en las paredes. Escucha de pronto voces que van y vienen del cielo. –“Un derrumbe en mi cuerpo”-acotó .Se da cachetadas para despertar .El compañero de celda observó los mates de epilépticos. Derramó un vaso de agua sobre su cara. Marvin desenhebró el sueño y retornó a la realidad tangible. Con los ojos llorosos haciéndose el loco. Silabeó frases que lo hacían caer en el delirium tremens.
“--¡Maritza ¡--dijo aboyado por la persecución de los sueños.---“¡Amigo despierte¡-le dijo el comparsa cacheteándolo con mucha sutileza. Después de unas horas, recuperó la tranquilidad acostado pensativo y callado como un muerto con los ojos abiertos.
“-Yo miré a mi mujer en esos sueños, estaba con varios hombres en cada escena”-dijo exhaustivo en la conmoción.
“-Es normal su delirio usted nunca había estado en la cárcel y eso le ha producido un ataque en la conciencia”—expuso aconsejándolo.
-“Que sabe usted?-renegando.
-“Yo se lo digo por experiencia, dígame el ultimo hombre que pudo ver en la escena de los sueños?-.preguntó trastabillando un viejo libro que guardaba en la almohada de algodones. Marvin tendió una afirmación casi incoherente
“El ultimo hombre que alcance a ver, tenia un tatuaje en uno de los brazos”-describió
El viejo interrumpió de seguido
“Era una araña color azul salpicada por un nombre que no logré descifrar”-bosticó apresurado.
“Ya se amigo, tenga mucho cuidado” respondió y al mismo tiempo elaboró otra pregunta
“¿De donde es su mujer?, ¿Por qué usted tiene mujer, verdad?-refutó
“Si tengo y se llama Maritza, es de la Costa de los Amates, la conocí en Choluteca, una mujer de veinticinco años, no tiene profesión .Alguna vez se dedicó a vender lácteos en el mercado. Anduvo con unas amigas aprendiendo eso de salón de belleza. Bueno yo la dejé hace dos años, cuando hice mi viaje a la Yusa. Me fui con un coyote. Vendí la casa que me había heredado mis padres. Yo quise ejecutar la realización de mis sueños. Allá me fue mal, la verdad es que las cosas nos como la pintan, la vida es muy dura como una roca. Él dólar no se encuentra en la calle. Hay que limpiar vidrios, inodoros, lavar carros y hasta prostituirse. Acalambrado cambio de posición en la tarima.
---Sígame contando amigo--acotó
Marvin desistió apesarado
--No le cuento mas, es que no tiene sentido—arguyó en su sentir.
“Estoy preso por causas que ya le conté”—precisó discontinuo
“Todavía no se cuando vaya a salir de esta ratonera?—cuestionó nostálgico
“Ese hombre que vio en su sueño es el pajarraco es un carajo bien hecho, siempre a conquistado la mujeres del pueblo, tiene su potencial de Casanova, a mi paso una desgracia con este ñola Gusano”.
“Cuénteme no se tan tímido” afirmó displicente
“Mi mujer era encantadora con mis amigos, yo decidí delinquir, pero la aparté a ella de mis opciones negativas. La visitaba esporádicamente. La familia me empezó a discriminar y a odiarme. El pajarraco apareció en esos días, vestido de casimir y de lana, con lo mejores relojes, zapatos cache, automóvil de deluxé. Así llegó a la casa de los padres de ella. El Cayó bien de primas a primeras. Los padres de mi mujer se convencieron del vértigo de engaño en que fueron objeto. He cierto que yo era un delincuente buscado en todas las ciudades. Estaba de acuerdo en renunciar a este bisnes y entregarme a la autoridad por mi propia libertad, uno es prisionero de la opciones que no dañen la existencia y ella es el ápice de mi vida, sobre ella se levanta el sentido de respirar. Ella se enamoró del carajo del pajarraco y por mal rumbo ella pereció por el contagio de la cuatro letras, el men la condujo a la mara, le enseñó el idioma de las musarañas, la forma de ser y entregársele con lealtad a cada amigo del grupúsculo. Así apareció de forma sorpresiva la prima del pajarraco y me acusó de violación, de pronto la policía me llevaba encadenado de pie a cabeza como un condenado a muerte. Tartamudeó entrecortado .Marvin aterrorizado por el desolaz relato que le había rajado los sentidos.

Oscar Sierra

No hay comentarios:

Publicar un comentario