El Paraíso en un infierno
Ser libre no es poder hacer lo que se quiere, sino querer lo que se puede.
Sartre
Israel Serrano*
Mientras se despeinan los pinos en las maravillosas colinas y valles, los bueyes y las bestias de verde se mofan de la impotencia del viento. En las esquinas de las aguas se agita el dolor y la alegría se esfuma entre los dedos. El anhelo de transitar la esperanza, corre por las aguas de Guayape, de Jalán y por estos lugares, se mezcla la ilusión y la nada en un eterno estado de sitio. Algo huele a un dantesco círculo en las calles y la paz está presa, llena de agujeros en la necesidad vital de los humanos. Junto a la penas la propia existencia convive con la ansiedad y se pierde la dignidad y la autoestima.
Es difícil describir los sucesos acaecidos en el país cuando se vive el retroceso. El dolor que siente la patria y sus hijos es incomparable. Nunca nos imaginamos que en el siglo veintiuno estaríamos en circunstancias de hostilidad democrática, de represión, persecución, tortura y muerte. Se ha convertido el paraíso en un infierno. Las Trojes, Jamastrán, Danlí, Yuscarán, San Marcos, El Pescadero, Alauca, El Paraíso, Las Dificultades, Las Manos y otros paradisíacos terruños se llenan de dolor y signos de libertad.
Honduras, y particularmente el departamento que comulga frontera con Nicaragua, tristemente nos hacen recordar, los campos de concentración nazi y las formas oprobiosas utilizadas en Chile por el dictador Pinochet. Hay un encierro en Danlí y en otros municipios de El Paraíso. Es sistemática la persecución contra los manifestantes y también para aquellos que dan algún tipo de protección. Los aviones y helicópteros intimidan con irracionalidad a la gente que en forma pacífica resiste al golpe de estado.
Destierro en El Paraíso por los abusos del pensamiento primitivista y por la cobardía de agredir con fusil, lacrimógenas y tanquetas a indefensos que estoicamente resisten a la naturaleza (sol, lluvia, hambre, sed, enfermedad) y a las burdas amenazas de golpistas que, cual si fueran salvajes, maltratan física, moral y espiritualmente.
La paz y la tolerancia pueden llegar a su límite en la población civil. El cansancio esta en las espaldas de la razón. Los derechos humanos no pueden ser más sometidos y violados. La no violencia es un acto y un accionar de los espíritus que buscan la virtud, pero cuando hay una sola parte que convive en este acto, se violenta la otra sin ninguna valoración humana. La no violencia se viste de prudencia y la prudencia funciona en el respeto a la ley, pero cuando no se valora el derecho y las garantías, todo lo demás sale sobrando.
No hay cosa más vil que negarles sus derechos a los mortales, y eso es exactamente lo que ocurre en estas esferas. Se ha perdido la valoración y el respeto poniendo un fin como si fuera un medio. Lo irracional ha pisoteado la sensibilidad social y el compromiso colectivo ha sido excluido por el irrespeto a la condición humana.
Sólo a través de la razón los hombres se reconocen a sí mismos y a los demás, cuentan su libertad para saber quiénes son ellos y los demás...y saben de dónde vienen y a hacia dónde van. Sólo aquellos que hayan desarrollado un sentido por la paz y la tolerancia podrán reconocer los deseos, necesidades y motivaciones. Reconocer aspectos complejos y contradictorios, ser conmovidos, y como regalo, comprender el sentido de la vida para no seguir viviendo un infierno en el paraíso.
*Profesor de filosofía y literatura
Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán
Miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Honduras (UEAH)
miércoles, 29 de julio de 2009
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