NOVELA
LA MORALEJA DEL SICARIO
Oscar f. sierra
Dedicatoria
A Dios todopoderoso
A mis amigos el escritor Israel Serrano y sus perrus
A mi padre Emilio Aronne por traerme en su logos
A la gente que se arrepiente y busca el perdón
I CAPITULO
“El baile de la negra”
Se levantó con una jaqueca indiscutible. Eructó la resaca de una noche anterior. La niña enrollada en el fondo de la cuna torneada y barnizada. Oteó hacia la cocina buscando a su mujer. Ella con una bata trasparente y el cabello desencolochado. Meneando la freidera. El se aproximó urgido hacia donde ella. Su barba crecida al estilo “Che” Guevara. Con una risa implícita, la apercolla sobándole los caracoles de sus pechos y acariciando la espalda. Ella respondió en la placidez que le produjo el contacto de su hombre. Besó despacio la parte inferior de la oreja derecha. Por un momento ella se esquivó. Marvin se desplomó en una pregunta.
--¿Qué te pasa mujer?—mirándola cara a cara. Ella se escondió en la cortina de la extrañeza. (Ella había estado en una fiesta de “japi verdi” con las amigas, y la niña se había quedado con su mamá, el marido acaba de venir de la Yusa).Marvin anduvo gastando los últimos y únicos dólares que trajo del norte. “Lo peor es que Maritza ya no es la misma con él, y dicen que un jodido que trabaja en la Coca-Cola le mueve los petates desde hace dos años, puntualmente es la fecha en que Marvin hizo el viaje a la “Yunai Stei”.
--¡Amor¡ ¿Por qué te portas así?-volvió a preguntar. Ella se desplazó hacia el comedor. Cogió una silla y se sentó angustiada.
-- mira Marvin, vos andas malgastando el dinero que trajiste ¡-arguyó en una desolación. Marvin respondió
---Vos no tenes que meterte en mi vida-le dijo agresivo e implosivo. Maritza se puso de pie y le gritó – ¡Sos un hijueputa¡ bien hecho, ándate de la casa, si no me vas a apoyar con la niña-.Marvin la escuchó intranquilo.
---Mira puta de mierda, me voy de aquí, pero no me andes buscando. Por vos me vine de la Yusa, ya no aguantaba tus lloriqueos de gallina clueca. ---Ahora que estoy aquí me reclamas y me gritas-dijo en el dislate. Corcoveó epiléptico como un ataque de nervios. Marvin decidió alejarse con cierta intencionalidad de golpearla. (Si le meto unos vergazos, voy a parar a la fiscalía) pensó en la ebullición de su pensamiento. Maritza los miró aturdido. Marvin se esfumó del escenario familiar.
Maritza se endamó con William, el de la motocicleta Yamaha. El promotor de la Coca-Cola. Llegaba a la trucha todos los días y tardaba en salir de la casa. Ella cerraba las puertas y ventanas. Confiada de hacer lo quería. Una porque el marido estaba Estados Unidos y lo otro es que las mujeres no se aguantan sin marido. Si se llega a dar cuanta Marvin, pues me imagino que no le va a hacer nada, ese tal por cual no mata ni una mosca.
--¿Y vos la vistes—cuestionó Toninho
---Te sigo contando que la gente del barrio anda con las malas habladas, cuchichean sobre el humo de cacho quemado, le van a cantar la canción del vanado, porque los cuernos le han crecido. Marvin tiene un mes de haber regresado. Nadie le ha dicho nada. Y es que la Maritza se la tiraba de santa. Su falda larga. Sin maquillaje. Cabello rizado. Blusa arropando herméticamente los pectorales y con la biblia en la mano. Andaba en las tales predicas de las campañas católicas. Que no mata ni una mosca. Muy honrada e inmaculada. Dicen que ya no le para bola al marido. Solo es culipandeos. Nada de canchis-canchis. Este fregado va a levantar sospechas y la va a investigar-relató Raúl con un tono de cinismo.
“El Marvin es un acarajito bravucón. Dicen que anda una macarol y que trabaja de guardaespaldas de una diputada liberal. Vos sabes que el pendejo estuvo en la chiris con el tal “Dinamo” arguyó fumándose un cigarrillo. Sentado en la piedra negra de la esquina del barrio, bajo un poste de luz, donde la gente va y viene.
“La Maritza Cuando tenía quince años, con su cuerpecito de bon-bon. Talladito. Pechos duritos. Carita de angelito. Con su caminado de caballito andarín. Acordate que ella pasaba por la acera de la casa con un cántaro lleno de agua sobra su cabeza. Lo que más me gustaba era su sonrisa de cielo. Y vos estuviste enculado. Nunca te dirigió la mirada. Se creía la novia de Tarzan. Entró al college solo para irse con un taxista. El carajo del Elvis. Lo anduvieron buscando y nunca dieron con él. La hizo madre y la abandonó a los tres años. No le parió ni un hijo. A los veinte años, ya todo el barrio había pasado por ella. Bueno siguió el oficio de Magdalena. Ya a lo veinticinco la recogió en hogar Marvin. Este Men al año preña a la Maritza. El año siguiente decide irse para la Yusa. No le fue bien. Solo trajo unos cuantos centavos. Él mismo nos dijo que allá la cosa esta difícil. Que no hay chamba. Cruzar el desierto y que la migra lo tortura. Marvin ha sufrido la del perro. Vale más que aprendió todo en la “chiris”.
“Vos viejo deja de hablar santulona-das de tu mujer-dijo Franklin con un acento socarrón .Bregó una mirada de horror sobre los presentes alrededor de la mesa en el bar “Los siete mares”. Una psicodélica raya de luces. El bar-ténder con una mirada podrida al otro lado de la barra. Y las mujeres en parejas con sus vestiditos de escotex y sus caras crayonadas por el lipstick y el pestañeo de ojos embriagantes. La gavilla de estruendos. La música tropical. Él saca a bailar a la “Negra” Maria. Es una puta de marca, de experiencia en el arte de Magdalena. La “negra” se vino de la Ceiba huyendo de la justicia. Tiene una orden de captura .Le puso cinco tiros al marido que tenia en un burdel a la orilla de la playa caribeña. Es una jodida que le vale la vida. Como se mueve parece el ritual de una danza de serpientes. Como se restriega, y las chiches se le menean como dos bolas de gelatina. “Vos Marvin no vayas a bailar con esa putona. Tiene las cuatro letras. La malluga y le jala las nalgas continuamente. Estamos en un bar. Dicen que Marvin es el marido de todas la putas, aquí ellas no valen la pena” expresó Franklin con una choya de eructos. En la puerta principal se poso un diputado del partido cualquiera. Con dos guardaespaldas. Con contexturas gruesas. Caras alargadas y miradas achinadas. Se dispersan al fondo. Los dos hombres fornidos con sobaqueras. El señor diputado se aproxima pepenando una silla para beberse unas cuantas birrias. La negra se aleja porque la han mandado a llamar. El diputado llamó compulsivo a una de las camareras que tienen un caminado sex-appeal. Más allá de las otras mesas. Esta Franklin observando y entre dientes piensa “Diputado chupa-cucas. Degenerado. Anda gastando el billete del pueblo” culminó el fallido pensamiento. Bajando blúmeres de hilo dental. Deprave de la política. Ahí esta sentándose con una hilera de cervezas engarzadas en la planicie diametral de la mesa. Una música de Marco Antonio Solís se dispersa en los oídos de los presentes. Apareció Marvin entablando un diálogo con el señor diputado x. El desplome de las bebidas. Eructos. Pláticas incoherentes. Ademanes de payasos. Mates de atolondrados. Brindan espejeando realidades. Ensoñando complicidades. “Mire Marvin, ya le llegó la hora a ese carajito de mierda, antes de que salga de la casa y se vaya a la concentración. Lo quiebra. Mátelo. Un tiro por cada deuda le mete a ese pendejuelo- arguyó despreciativo. Marvin acopló lo propuesto por el señor diputado x.
--¿Por qué eliminarlo tan rápido?—acotó dubitativo
“Acuérdese que ya están cerca las elecciones y ese individuo me las debe” dijo con un tono de resentimiento. Marvin disgregó una mirada haciendo Zig-Zag. Vació una cerveza con efecto de un movimiento que hizo tambaleándose. El señor diputado se puso de pie ----dijo-“Oiga amigo no se le olvide la misión” Dio una media vuelta marchándose por la entrada principal del bar. Marvin sonrió cínico. Franklin se asomó precavido- ¡Ey vos Mar...Ese viejo lomo de garrobo, tiene billete y cree que va a ganar las elecciones- auguró. Marvin enrevesado contestó- “Ese viejo es mi patrón “afirmó tomando la silla de nuevo mirando a la mujeres que venían entrando”.
-“Vos Marvin, no sabes que a ese viejo le mataron a la mujer y al hijo-tácito arguyó contemplativo.
--¿Cómo fue ese acontecimiento?- cuestionó Marvin impreciso.
“A la mujer la masacraron en San Pedro Sula, dejándole saña en todo el cuerpo, siete bombazos en la cabeza. Al hijo lo amarraron como un reptil, a este le propinaron diez balazos en el cráneo .La policía confirmó que el móvil del crimen se debía a un ajuste de cuenta” expuso sorbiendo un exquisita cerveza.
--¡Con razón el viejo quiere cobrárselas , ¡pero que hizo mi patrón para que le quebraran la familia?-preguntó entumecido.
“Bueno ese carajito de su patrón .Le robó un billete a un correligionario. Ese dinero era para asesorar una caída de un pájaro en la playa atlántica. No cumplió la tarea asignada por la “sociedad anónima”. Dicen que hasta un diputado-abogado de la corte suprema de justicia estaba metido en ese asunto de la matanza. Marvin reaccionó en el encono de la discusión .De inmediato arguyó “Bueno mi querido amigo, yo me metí en este asunto ahorita que vine de regreso de la Yusa. Y como sabrá mi mujer la siento extraña. Me desprecia y vos sabes que yo soy muy cariñoso con las damas, y esta jodida no me la hace buena, pero no me meto más a pedos. Mañana empezamos la misión, ¡anímate viejo¡-le dijo sarcástico. De seguido la “negra”, la famosa bailarina se aproximó en un coqueteo de asombro. Con sus pantis medias. Con sus tetas respingando. Como dos pelotas de beis. Franklin con su acento de cubano. Bigote fino. Ojos trasparentes. Bajito y un poco recio. Con una cicatriz trazada entre la frente y el tabique nasal.
“Nadie se da cuenta que la Maritza trabaja de modo restringido en el bar, y que Marvin no se va a dar cuenta ,ya que las muchachas se llevan bien con ella.
--Hola amorcito, bon-boncito-dijo la negra esgrimiendo cierto cariño, sentándose en la piernas de Marvin. Este le juega las chiches.
--¡Seguí amor¡—dice la negra. Cabello encolochado. Tez trigueña. Piernuda con sus nalguitas increíbles. Marvin se las aprieta con gran pasión como la furia de un felino.
--“Mira mi negra, estoy estresado y quiero irme”-mirando a Franklin con tenacidad, Perdiendo el equilibrio en el desbarate de la embriaguez.
--Vámonos viejo—le dijo levantándose, haciéndola a un lado como ignorándola .Se fueron haciendo corcoveos en Zigzag. La negra pensó –“Majadero, ningún hombre se burla de mi”. Se inclinó a recoger un llavero y meditó “Son la llaves de ese culero”. Se marchó hacia al fondo del bar .De pronto se encontró a Maritza maquillada. Lista para el baile de la noche. La negra le confirmó que Marvin se había retirado y que podía iniciar su faena para ganarse la vida diaria, porque tiene hijos que alimentar.
miércoles, 29 de julio de 2009
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